con Elizabeth Mehr
con Elizabeth Mehr
Los seres humanos nos caracterizamos por ser una especie curiosa e innovadora, que desde la antigüedad ha encontrado en la tecnología una forma de “llegar a la perfección”; inventando máquinas como la computadora, los teléfonos celulares, los cohetes y los automóviles, el hombre ha pensado que está a punto de alcanzar la perfección.
Sin embargo, lo que el hombre ignora es que la máquina perfecta ya existe, y que su nombre es “el cuerpo humano”.
Mi cuerpo, mi templo
Nuestro cuerpo suele ser un gran desconocido, casi tanto como nuestra mente.
Durante muchos años se pensó que cuidar el cuerpo consistía simplemente en consumir un determinado tipo de alimento o bebida rica en nutrientes. Una dieta equilibrada y rica en vitaminas y minerales sumada a la práctica de actividad física diaria podrían, según los expertos de la época, ayudarnos a conseguir un organismo más sano. Además, se consideraba que el cuerpo y la mente estaban separados, sin que uno tuviese influencia sobre el otro. No obstante, gracias a muchas investigaciones y pruebas científicas se pudo determinar que entre ambos hay un lazo más fuerte de lo que se pensaba.
“El cuerpo es el instrumento del alma.”
Aristóteles
Los problemas emocionales repercuten sobre el cuerpo en forma de dolores o molestias físicas, y viceversa. Sabiendo todo esto, hoy en día la medicina sigue los modelos de la oriental, cuyo enfoque es lograr un equilibrio físico, mental, emocional y espiritual con el objetivo de mejorar en general la calidad de vida.
Para los budistas, nuestro cuerpo es el templo donde anida nuestra alma y debemos cuidarlo y quererlo para que esta desee vivir en él.
A pesar de esto, en vez de cuidarlo solemos maltratarlo, decirle lo que no nos gusta de él, las cosas que cambiaríamos, pensando que nuestro cuerpo es un reflejo de nuestra esencia, de quienes somos en realidad.
El cuerpo posibilita todas las experiencias grandes y pequeñas de la vida, desde comer hasta trabajar, jugar o amar. Pero también está sometido a la enfermedad, el dolor, el envejecimiento y, en última instancia, la muerte.
Tratar el cuerpo como un templo significa cuidar todas sus dimensiones, desde las más físicas a las más elevadas, recordando que ninguna práctica se centra exclusivamente en una de ellas. Lavarse, vestirse, beber, comer, saludar, dar, tomar, recogerse… cualquiera de esos actos es una invitación a ser más conscientes.
El cuerpo perfecto
¿Qué entendemos por un cuerpo perfecto?
No existen cuerpos perfectos. Un cuerpo perfecto es donde vive una persona feliz.
“Un hermoso cuerpo promete un alma bella.”
Sócrates
La perfección no puede ser un concepto vacío de belleza. La perfección tiene que ver con la salud, fuerza, positividad, estar activo y libre de estrés.
La perfección es poder disfrutar cada día, haciendo las cosas que amamos, con las personas que amamos, de una manera saludable y equilibrada. Y sobre todo: la perfección no es la misma para todo el mundo.
El cuerpo deberá cuidar a su mente y viceversa.
“El secreto para tener buena salud es que el cuerpo se agite y que la mente repose.”
Vincent Voiture
Resulta que el cuerpo que parece materia pura, también siente. La mente que parece substancia etérea también requiere conexiones neuronales que consumen energía, aun utilizando el subconsciente o descansando en el mundo de los sueños.
Por eso, más allá de juicios morales, racionales o éticos, que maravilla de ser es aquel que en lugar de tan solo desaparecer busca hacer crecer su cuerpo con su mente y su mente con su cuerpo en una espiral de renovación y crecimiento que lo acercan a lo inmaterial y a la vez a lo eterno.
“No conozco otro templo tan lleno de dicha como mi propio cuerpo.”
Deepak Chopra
Podemos construir nuestra propia versión de perfección, construir nuestro mejor yo.
¿Quieres saber cómo?
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