Sanar a través del tambor con Mónica Farías

por | Nov 16, 2021 | Conversaciones

El mundo tiene su propio ritmo: el repetitivo romper de las olas, el canto de los pájaros, etc…

Empezamos a sentir el ritmo en el útero materno cuando se oye el latir el corazón de nuestra madre; y el sonido que hacemos de forma instintiva para calmar a un bebé imita ese ritmo.

Durante milenios, el tambor ha sido un objeto sagrado en casi todas las sociedades del mundo, tanto para los chamanes de las culturas nativas de Norteamérica como para los monjes tibetanos y las tribus africanas.

Con notas bajas y retumbantes o con el chasquido de un golpe en un tambor, este complejo instrumento tiene la capacidad de contar historias conmovedoras sin palabras.

En un círculo de percusión sucede algo mágico llamado entrainment, que surge cuando los cuerpos laten colectivamente al ritmo de la naturaleza, conectados unos con otros, con el planeta, y con su propio poder curativo.

La antigüedad del tambor es imposible de determinar, pues no hay datos históricos que corroboren su aparición.

Quizá todo comenzó cuando el hombre comenzó a sentir que su corazón tenía distintos ritmos: cuando corrían, cuando se detenían.

Ese fue el primer ritmo que sintieron y lo tenían dentro de ellos!

Con esto en mente, lo primero que toman son piedras y las hacen sonar imitando el latido del corazón.

Después fueron tomando distintos objetos con el fin de obtener un sonido más fuerte.

Así, las manos fueron sustituidas por palos para golpear y el pecho por calabazas o pucheros.

El tambor y sus efectos en el hombre

Que la música influye en el organismo y el comportamiento humano nadie pone y en duda.

Conociendo este poder, las antiguas civilizaciones emplearon el tambor para conseguir determinados efectos en el hombre, y así vieron que su cualidad es estrepitosa, potente y tiende a despertar y excitar, por lo que prepara al hombre para la acción.

Es por eso por lo que el tambor es el encargado de mantener el ritmo de marcha en un ejército y de los ejercicios físicos con fines rituales, como se acostumbraba a realizar en algunos cultos griegos, y sigue efectuándose en Irak e Irán.

«The beat of an african drum» por max_think_sees bajo BY-NC-SA 2.0

También se utilizan en los campos de entrenamiento de las artes marciales de Japón, China y Corea; o entre los famosos remeros de los barcos que mantenían el ritmo frenético de su boga a golpe de tambor….

Los antiguos ya habían comprobado que su sonido aliviaba la fatiga, llenando un vacío psicológico e impidiendo que la mente concienciara el cansancio, al tiempo que unificaba a lo individuos como si se tratara de un solo cuerpo y un solo ser.

Muchos pueblos utilizaron el tambor en sus ceremonias religiosas, por su sencillez, por su simbolismo o por sus poderes mágicos.

Aspectos desconocidos hoy por nosotros, pues el cristianismo en sus primeros tiempos se encargó, a través de Isaías, de prohibir el tambor en la liturgia cristiana, junto con otros instrumentos musicales de las culturas mediterráneas, por su asociación con cultos politeístas y paganos.

Sin embargo, algo de aquella mentalidad mágica ha perdurado hasta nuestros días, como lo demuestra la Tamboreada de San Sebastián, donde diez mil tambores hacen estremecer el cielo y la tierra durante 24 horas.

«El que no marca el paso es que oye otro tambor».

Ken Kesey

El tambor, ritmo mágico del universo

Nuestro corazón es parte de este ritmo dando sus latidos únicos.

¿Por qué el ritmo es tan importante para nosotros? 

El ritmo es algo natural en el hombre, desde la manera en que caminamos, nuestros latidos del corazón e incluso la forma con la que hablamos.

Todos vibramos y tenemos ritmo: la tierra, las mareas, las cuatro estaciones, la luna.

También, nuestro cuerpo tiene ritmo: el latido del corazón, las ondas del cerebro, la respiración.

El cerebro monitorea constantemente las señales periódicas que recibe en primer lugar del corazón, en segundo lugar de una multitud de otros órganos del cuerpo.

Si la secuencia es ordenada, rítmica, la respuesta es: Todo va bien, »placer».

También se ha expresado que el gusto por el ritmo no se basa directamente en los latidos de nuestro corazón sino en la velocidad del afecto emocional que fluye a través de los latidos. 

Está claro que nuestro corazón cambia de ritmo cuando nos sentimos en peligro, cuando estamos relajados o cuando estamos tristes.

Es por esta razón que el ritmo, la música y el sentimiento que se expresa están tan firmemente unidos. 

El movimiento y el ritmo van de la mano.

No puede existir el ritmo sin movimiento y no existe movimiento que no lleve un ritmo (por mínimo que sea).

La idea de conectar con el universo a través de un tambor no es tan descabellada si nos ponemos a pensar que el universo está en constante movimiento, que nuestro corazón es parte de este ritmo dando sus latidos únicos.

El ritmo de los tambores mejora el ánimo y cura

Lo primero que se siente al poner la mano sobre un tambor es cómo resuena.

Este resonar se produce también sobre el tambor de nuestro tímpano con el que percibimos los sonidos.

Queramos o no, nuestra comunicación depende de ese pequeño tambor que portamos en el oído.

Su sonido une, mejora el ánimo y cura.

En medicina se ha usado para ayudar a veteranos de guerra con estrés postraumático, tratar la ira en adolescentes o liberar el estrés de ejecutivos.

Sus beneficios van más allá

Entre golpe y golpe, entre el sonido y el silencio, se equilibran los contrarios, se unen los extremos que comunican el interior y el exterior y suenan a los cuatro vientos los sonidos de la paz y la salud.

«Un golpe de tu dedo sobre el tambor descarga todos los sonidos e inicia la nueva armonía.»

Arthur Rimbaud


Mejora de la salud mental:  

Puede mejorar la memoria a corto plazo y la interacción social en el Alzheimer y aumentar la atención en niños autistas.

Además relaja tensiones, combate el cansancio y alivia las heridas emocionales.

Beneficios para el ánimo:

Los tambores tienen la capacidad para crear estados de euforia, inducir un trance ligero, promover el juego, disipar la ira y promover sentimientos de comunidad y unidad.

Ayuda a centrar la mente:

Su sonido puede cambiar las frecuencias del cerebro e inducir estados meditativos.

Puede mejorar las defensas en personas mayores, sobre todo si participan tocando el tambor.

En los adolescentes favorece la integración social, la atención, el afecto y la autoestima.

El sonido del tambor sirve para comunicarse con los demás, pero también con nuestro interior a nivel fisiológico, psicológico y espiritual.

Puede servir para levantar el ánimo, para batallar o para llorar y llevar el luto y recorrer los caminos de la depresión y la tristeza.

 ¿Por qué hacer tu propio tambor?

Porque somos vibración y el tambor resuena con tu propio corazón, recordando que eres parte de un mismo pulso, el latido que te une con la tierra, las plantas, las personas, el universo y contigo mismo, eres prácticamente agua… 

Con cada golpe de tu tambor restablecerás tu ritmo, se extenderá y penetrará en lo más profundo de tu ser, armonizándolo y equilibrándolo.

Hoy en día hemos perdido la capacidad de ver las cosas en su esencia porque hemos perdido la capacidad de conectar con la Divinidad.

Nos queda la esperanza de que un día los hombres decidan reestablecer la comunicación con los dioses o, como dicen otros, volver al “origen”.

De esta manera el tambor interior que porta cada hombre (el corazón) latirá al unísono con  el Gran Tambor Cósmico de la Creación, el microcosmos danzará al fin en armonía con el Macrocosmos.

Si quieres contactar a Mónica Farías lo puedes hacer aquí

Somos vibración y el tambor resuena con tu propio corazón, recordando que eres parte de un mismo pulso.

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Soy María Luisa Ginesta

Autora del Libro La Llave y Directora de la Fundación EntreTodas

Todos me dicen Chica, me encanta escribir, conversar y me llena ayudar a muchas mujeres a vivir una vida con propósito sanando su interior.

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