Vivimos en un siglo muy avanzado en tecnología y ni hablar sobre los pensamientos “abiertos y flexibles”.
Sin embargo, hay un tema que hasta hoy sigue siendo tabú: la muerte.
Pero, ¿por qué es un tema tan polémico?
Al igual que vivir, morir forma parte del ciclo de la vida, sin embargo, en muchas culturas, entre ellas la occidental lo difícil es aceptarlo.
«La vida tiene las horas contadas.»
Ortega y Gasset
Sucede que no nos educan sobre la muerte, no lo hablamos en el colegio, o en la cena, ni pensarlo en un evento familiar.
Al contrario, tratamos de evitarlo porque hablar de esta nos produce una especie de miedo.
¿Miedo?, pero, ¿miedo a qué?, si morir es igual de natural que vivir.
Justamente es lo que la cultura actual nos vende: que la vida es eterna, que necesitamos de apegos poco sanos y posesiones.
Por lo que saber morir a veces es tan difícil como saber vivir.
La clave está en aprender a vivir «bien»
Buda dijo que para morir bien, hay que vivir bien.
Sin embargo, vivir bien no significa pasárselo bien y tener de todo.
Vivir bien es tener calidad de vida, que consiste en apreciar lo que se tiene, sea mucho o poco.
Ser consciente de nuestra situación en el cosmos.
Descubrir nuestra integración con la naturaleza que nos envuelve.
Disfrutar de las pequeñas alegrías diarias.
Vivir, en definitiva, una vida llena de sensaciones trascendentales.
Y, aunque no podamos cambiar nuestro pasado, al utilizarlo bien, mejoramos nuestro presente.
Por otro lado, como sabemos que el futuro es incierto, nuestro ser -físico, cognitivo, emocional y psicológico- debe estar en el presente.
Para eso no hay que posponer sino que al contrario, debemos resolver las situaciones que se van presentando para encontrar tranquilidad.
Esto nos permitirá tener una vida con más sentido y así vemos cómo aprender a morir es aprender a vivir.
¿Qué debemos saber acerca del alma y la muerte?
“La muerte, como el nacimiento, es propia de la vida.
Andar es tanto levantar el pie como bajarlo al suelo.”
Rabindranath Tagore
La muerte es una ilusión ya que el alma es eterna, nosotros no somos un cuerpo que tiene un alma, sino un alma que porta un cuerpo.
El alma del ser humano se considera como la parte intangible que habita en el cuerpo que nos da la capacidad de pensar y de sentir, es capaz de dar vida al organismo y es la esencia inmaterial que define al individuo y a la humanidad.
La ciencia ha comprobado que incluso una partícula de materia o una onda de energía son indestructibles; el alma —o la esencia espiritual del ser humano— es también indestructible.
La materia se ve sometida a cambios; el alma pasa por experiencias cambiantes.
A los cambios radicales se les denomina muerte; pero la muerte —o el cambio de la forma física— no altera la esencia espiritual ni la destruye.
El cuerpo es tan sólo una vestimenta.
¿Cuántas veces te has cambiado de ropa en esta vida? Y no por eso dirías que tú has cambiado.
De la misma manera, cuando te desprendes de la vestimenta corporal al sobrevenir la muerte, tú no cambias.
Sigues siendo exactamente el mismo, es decir, un alma inmortal.
Cuando llegue la muerte, ríete de ella.
La muerte es sólo una experiencia que tiene por objeto enseñarte una gran lección: que no puedes morir.
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