Gustavo Rodio
El término peregrinación proviene del latín «peregrinatio» y significa viaje al extranjero o estancia en el extranjero.
¿Por qué peregrinar y caminar van juntos?
Porque la vida es un camino por recorrer.
Peregrinar es caminar hacia un destino que podemos tener muy claro que es algo bien distinto a caminar sin tener mucha idea hacia dónde vamos, aunque intuyamos algo especial.
Caminar es peregrinar por tierras extrañas.
Tierras extrañas que pueden ser terminar el colegio y empezar a trabajar o comenzar una carrera universitaria o mudarse de una ciudad a otra por trabajo, dejar la casa de siempre por amor, caminar nuestras propias tierras extrañas que están en nuestro interior o cerrar una puerta sin volver la vista atrás y ponerse “en salida”.
Para ti ¿Cuál sería la tierra extraña que estás caminando?
Cada uno de nosotros lleva dentro un peregrino, un viajero que sabe que no estará aquí para siempre.
Y si es así, ¿cuál debería ser nuestra posición frente a la vida?
Teniendo en cuenta que somos nosotros los que hacemos un uso responsable de todo, porque pronto nos iremos y otros vendrán después de que nos vayamos, caminemos más despacio, desaceleremos el paso, al fin y al cabo, ¿adónde vamos con tanta prisa?
Todos somos peregrinos
Una peregrinación es para cualquier persona que la emprenda, cualesquiera que sean sus motivos iniciales, una ocasión para la transformación personal. Son muchos los que al final del trayecto lo expresan diciendo que se pusieron en camino como viajeros y lo terminaron como peregrinos.
“La más larga caminata comienza con un paso”
(proverbio hindú)
Invitar a caminar es invitar a descubrir que llevamos caminando un buen rato, toda una vida, y que la plenitud del camino que construimos está marcada por la confianza que depositamos en «Aquél» que se nos hace presente en él.
La soledad y el silencio del peregrino
El peregrino puede vivir la soledad en el camino de muchas maneras. Como peregrinos podemos sentir la necesidad de andar un poco solos y en silencio.
Soledad de adentro y de afuera.
Silencio de ruidos externos y silencio de voces internas.
¿Para qué esta soledad? ¿Para qué este silencio? ¿Por qué son necesarias para un peregrino?
“Quien mueve las piernas, mueve el corazón.”
Refrán popular
Para rezar y rumiar la vida vivida. Para soñar la vida que viene. Para sentir la vida que vive. Para reconocer que el silencio permite escuchar. Para estar solo aún rodeado de otros peregrinos. En la soledad conozco y me reconozco. En el silencio me escucho y escucho.
Ambos, la soledad y el silencio, me preparan para conocer y reconocer al otro, para escuchar y ser escuchado. En una palabra, me preparan para el encuentro con otro y con los otros. Y también para dejarme encontrar.
¡Hagamos juntos el camino!
“Charlando y andando, sin sentir se va caminando.”
Refrán popular
Y después del silencio y la soledad ¡Bienvenida sean la charla y la compañía! O lo más lindo ir mezclando un poco de esto y un poco de aquello. Nos tenemos que acompañar para que ningún peregrino “se pierda en el camino”. Y dejarme acompañar.
Animar a otros a seguir caminando, a seguir viviendo. A su ritmo, a su aire. Reconociendo que el otro es tierra sagrada.
Hace tanto bien sentirse acompañado.
Tener un amigo peregrino. Alguien que sabe que estoy caminando y está atento a mis pasos. Sin invadirme. Siempre respetándome.
Peregrinar es esperanza y espera. Caminar en esperanza y aprender a esperar al otro peregrino y saber que otro peregrino me espera.
¡Hagamos juntos el camino!
Vivamos en “estado de peregrinación”. Disfrutando de las charlas, los silencios, la soledad y la compañía es la invitación que nos hace hoy Gustavo Rodio.
Hasta que nos reencontremos en el camino cuéntame si encontraste interesante este video y ¡no te olvides de compartir!
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